El espacio que necesitamos
Ayer, 4 de junio, se inauguró la primera fase del LUM, un espacio necesario que busca ser un bastión donde la investigación, el debate y las distintas manifestaciones culturales que se ofrezcan a la ciudadanía, generen puntos de convergencia que propicien una reflexión profunda sobre los estragos de la violencia política que sufrió el país en la década de los ochenta.
Según el portal institucional, “El Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM) es un proyecto nacional que busca difundir los hechos ocurridos entre las décadas de 1980 y 2000, honrar a las víctimas, tanto civiles como agentes del Estado, y a sus familiares; estimular la reflexión crítica sobre la importancia del reconocimiento positivo de nuestra diversidad cultural, el respeto y la tolerancia para que la historia no se repita.”
Este ideal de generar espacios de diálogo y reflexión con miras a un futuro de reconciliación, sin violencia y sin las atrocidades que marcaron a todos los peruanos, aunque suene a lugar común, debe repetirse cuantas veces sea necesario. Nada más cierto que la frase que reza, “un pueblo sin memoria, es un pueblo sin futuro”. Necesitamos volver sobre el dolor, volver sobre los hechos y preguntarnos acerca de lo que nos llevó a tanta muerte y destrucción, a tantos civiles de luto, a tantas poblaciones obligadas a dejar atrás su tierra en busca de un lugar donde poder construir una nueva vida. Más de sesenta y nueve mil víctimas y quince mil desparecidos, miles de familias destrozadas, poblaciones vulneradas y desplazadas, cifras que nos gritan lo necesario que es erigir este lugar de encuentro, de memoria, de inclusión, de reconciliación y esperanza también; jamás de olvido.
Esta mirada hacia un futuro de reconciliación marca el norte en la concepción de este lugar, no solo e desde el discurso que se propone, sino desde la misma hechura del edificio que alberga el proyecto. Un espacio monumental, recio como un elefante, imponente desde donde se lo mire, con una vista inmejorable: el mar. Es además, un espacio con grandes explanadas y terrazas, que permiten imaginar los grandiosos espectáculos y conciertos que ahí tendrán lugar, constantemente, cuando el proyecto haya culminado todas sus fases. Se espera que sea a fines de este mismo año, y eso nos debe llenar a todos de un sentimiento de orgullo, satisfacción, pero sobre todo, debe despertar nuestras ganas de apropiarnos de ese espacio, de llenarlo de nueva vida, de nuevas formas de encarar el dolor, la pérdida, el abuso. Todo peruano debe encontrarse en este lugar, meta harto difícil, pero no imposible. A eso tenemos que apuntar.
Escrito por
Editora independiente. Autora de la columna "La invención de Morel" que se publica todos los martes en Diario Exitosa.