EL ARTE DE PERDER
Un breve homenaje a Elizabeth Bishop (Columna publicada el 06 de octubre en Diario Exitosa)
06 de octubre de 1979. Un aneurisma cerebral acaba con la vida de Elizabeth Bishop, poeta norteamericana ganadora del Premio Pulitzer de poesía en 1956, “la escritora de los grandes escritores” como le decía John Ashbery. A pesar de su brevísima obra compendiada en solo cuatro poemarios, Bishop dejó su nombre grabado en el panteón de los grandes poetas anglosajones del siglo XX.
Toda su vida fue como un ejercicio de desapego. Su padre murió cuando ella tenía apenas ocho meses. A los cinco años, su madre fue internada en un hospital psiquiátrico. Educada por sus abuelos y más tarde por una tía, la poeta aprendió a temprana edad a vivir acostumbrándose a perderlo todo. Esa fue su filosofía, magistralmente explicada en el poema El arte de perder.
En EEUU trabajó como consultora de poesía en la Biblioteca del Congreso. Parte de sus funciones era visitar al poeta Ezra Pound, recluido en un sanatorio por su defensa del fascismo en tiempos de guerra. Le llevaba libros y plátanos y, a cambio, Pound le hacía padecer su ego largas horas. Lejos de ser el sueño de una poeta, esta tarea era una pesadilla. Años más tarde vivió en Europa y luego, decidida a recorrer el mundo, ancló en Brasil en 1951 y sin pretenderlo jamás, permaneció allí quince años, viviendo con la adinerada arquitecta Lota de Macedo. Lota le regaló su amor lleno de abismos y un refugio soñado por cualquier escritor, una casa en Samambaia, en medio del verde y las montañas. Esta relación tormentosa, marcada por el alcoholismo de Bishop y la depresión de Lota, fue retratada en la novela Flores raras y banalísimas de Carmen L. Oliveira, y en Luna en Brasil (2013), de Bruno Barreto, película basada en dicha novela.
A inicios de los setenta, Elizabeth dejó Brasil y la bohemia carioca, pero no dejó de evocarlo en sus poemas, muchos de los cuales fueron traducidos por Octavio Paz, quien vio en su poesía la belleza de los enigmas, la complejidad de una obra que genera más preguntas que respuestas, una poesía tumultuosa y desgarrada. Como su vida en la que todo se perdía.