Tanta sangre
Columna publicada el martes 13 de octubre en el diario Exitosa.
Entre 1975 y 1979, casi dos millones de personas murieron en manos del régimen comunista de los jemeres rojos en Camboya. El documentalista Rithy Panh perdió a sus padres y hermanos, y el horror del pasado no ha dejado de asediarlo.
En La imagen perdida (2013) reconstruye su infancia teñida por el miedo y la sangre, a través de escenas recreadas con figuras de arcilla que narran la consolidación del régimen macabro. “Lo que ofrezco es la imagen de una búsqueda: la búsqueda que permite el cine. Ciertas imágenes deben seguir faltando por siempre, y deben ser reemplazadas por otras: en este movimiento está la vida, el combate, la pena y la belleza, la tristeza y los rostros perdidos, la comprensión de lo que fue, pero nunca el olvido”, dijo al presentar su obra en Cannes.
Ya en el 2003, Pahn había realizado una apuesta arriesgada con S21: La máquina de matar de los Jemeres rojos, al darle voz a los verdugos. En el documental, recorre con ellos la S-21, centro de detención y tortura en el que desaparecieron miles de hombres, mujeres y niños. Allí registra los testimonios de los asesinos, la simulación de los métodos de tortura, la lectura de los informes de detención; registra, en suma, la forma en la que operaba esta burocracia del terror. Pero además, confronta a los carceleros con dos de sus víctimas y, juntos, repasan esa historia que los enfrentó treinta años atrás. El encuentro no es motivado por la venganza, la humillación, ni la exposición morbosa; el objetivo es esclarecer la memoria, reconocer el papel que jugó cada uno y exponer la ideología que ensangrentó para siempre a todo un país.
Uno de los protagonistas, quien más reflexiona e interpela a los asesinos, es un pintor que sobrevivió a la prisión y que ahora representa en sus lienzos los momentos críticos del encierro. Su participación es sumamente importante pues, al igual que la propia vocación de Panh y su constante ejercicio de memoria, nos habla del poder que tiene el arte de vencer al horror. De su capacidad para enfrentar la cosificación, la doctrina ciega, el rebaño sin seso. Su poder para paliar el dolor y transformar tanta sangre, tanta muerte, tanta barbarie.