Un gesto indispensable
El arte y el compromiso de Ai Wei Wei
Columna publicada el martes 23 de febrero en el diario Exitosa
Las fotos no llegan desnudas. "Encuadrar es excluir", decía Susan Sontag en Ante el dolor de los demás (2003) pues el encuadre pone énfasis en un lugar determinado y elimina los otros frentes. Veo la foto de un padre sonriendo, jugando junto a su hijo en una piscina. Es una imagen bella, pero absolutamente cotidiana. El encuadre, pienso. Si todos supieran quién es el padre que por fin sonríe, todo en esta fotografía sería distinto.
Tras varios años sin poder salir de su país, en julio del 2015, el artista chino Ai Weiwei (Pekín, 1957) colgó esta foto en una red social. La instantánea retrataba el feliz encuentro entre un preso político y su hijo, exiliado junto a su madre en Alemania. En el 2011, el gobierno chino le retiró su pasaporte por incitar una subversión contra el régimen comunista. Luego, las acusaciones pasaron desde un fraude fiscal hasta pornografía, acusaciones absurdas, típicas de un régimen totalitario que teme las voces disidentes.
Weiwei fue retenido a la fuerza y torturado durante 81 días, experiencia que recrea en la magnífica 'S.A.C.R.E.D'. En esta instalación, el espectador es invitado a espiar, a través de unas pequeñas ventanas, seis escenas que componen la pesadilla de su cautiverio. Cuando pudo salir de China, la Royal Academy de Londres acogió esta y otras de sus obras en las que reflexiona sobre la conflictiva identidad china, sobre la censura y sobre el valor de la libertad, sus temas más recurrentes.
Ahora, fuera de su país, gozando de esa libertad sobre la que reflexionó con la instalación Semillas de girasol (2010), Weiwei ha hecho suyas otras luchas. Con el propósito de llamar la atención sobre la mayor crisis migratoria dela historias, ha instalado un taller en la isla de Lesbos, principal punto de entrada para los más de 800.000 migrantes y refugiados que han llegado a la Unión Europea.
Y es que él entiende el arte como una forma de reflexionar y llamar la atención sobre las grandes luchas de la humanidad, como un fenómeno creativo y poético, pero sobre todo histórico y político. Porque, volviendo al texto de Sontag, la representación del horror y de la injusticia, jamás podrá acercarse a su verdadera dimensión pero es un gesto indispensable, como el arte de Weiwei.